Elaborado con diversas materias primas (trigo, centeno, avena, maíz o arroz) y con diferentes formas y sabores (baguette, viena, molde, bagel), podemos confirmar que el pan es uno de los alimentos más versátiles que existen.
En algunos jeroglíficos ya aparecían egipcios recogiendo y moliendo el trigo. En el Imperio Romano, el pan comenzó a tener tanta demanda que se tuvo que empezar a importar el cereal. Fue en la Edad Media cuando se profesionalizó y reconoció el trabajo de panadero. Curiosamente, de esta época data una de las primeras intoxicaciones alimentarias de la historia, provocada por un hongo que contaminaba el pan de centeno.
A finales del siglo XVII aparece un alimento nuevo en Nápoles, Italia. Se trata de una variante del pan plano que se denomina focaccia. Con una masa similar a la de la pizza, enseguida se populariza en el país y, actualmente, se consume en lugares como Chile, Costa Rica o España.
Como decimos, el pan es un alimento con mucha historia, hasta el punto de que ha sido protagonista de decisiones políticas, como cuando Enrique III tuvo que promulgar una ley para regular su precio y así evitar la especulación. En el terreno bélico, destacar que Napoleón creó un cuerpo especial de panaderos para alimentar a sus tropas.
Posteriormente, en la época de la Revolución Industrial, surge la llamada “comida rápida”. A finales del siglo XIX, el vendedor ambulante estadounidense Charlie Nagreen pone unas albóndigas entre dos rebanadas de pan cubiertas de semillas de sésamo. Él mismo se atribuyó la invención de la hamburguesa, aunque el nombre del descubridor de este alimento tan popular está más que discutido.
En la actualidad, la tecnología ha impulsado una mejora en la producción del pan. La posibilidad de contar de forma personalizada con amasadoras, panificadoras y sofisticados hornos hace que bares, restaurantes y hasta en los propias viviendas se pueda fabricar pan casero.